viernes, 14 de octubre de 2011

Sarmiento según la Unesco

A continuación, con hacer click aquí, podrán conocer la opinión de la UNESCO, que es el organismo de las Naciones Unidas dedicado a la Educación, sobre la concepción pedagógica del mismo.

Esperamos que les muestre otro aspecto del prócer, que nos dejó un importante legado...

jueves, 13 de octubre de 2011

LUGARES EN EL MUNDO

Domingo Faustino Sarmiento recorrió distintos lugares de nuestro país, del continente y del mundo. Si querés verlos hace click aquí.

Colaboración Mónica Condo 4to año 2da div. 2011


Domingo Faustino Sarmiento (San Juan , Argentina, 15 de febrero de 1811- Asunción del Paraguay ,Paraguay , 11 de septiembre de 1888) fue un político , pedagogo , escritor , docente ,periodista, y militar argentino ; gobernador de la provincia de San Juan entre 1862 y 1864 Senador Nacional por su Provincia entre 1874 y 1879 y presidente de la nación argentina entre 1868y 1874.
Se destaco por su laboriosa lucha en la educación pública como en contribuir al progreso científico y cultural de su país. En 1947 la conferencia interamericana de Educación estableció como Día panamericano al 11 de septiembre en homenaje a su fallecimiento



Casa Natal
Casa veraneo- Delta del Río Paraná

martes, 11 de octubre de 2011

Colaboración Pablo Sosa 4to año 5ta div.2011

 Facundo o Civilización y Barbarie, 1845; Trata sobre el caudillo riojano Facundo Quiroga y las diferencias entre los federales y unitarios. Es una descripción de la vida social y política del país que tiene alcances sociológicos e históricos, pues ofrece en él una explicación sociológica del país fundada en el conflicto entre la «civilización» y la «barbarie», personificadas respectivamente en los medios urbano y rural.
 Vida de Aldao, 1845.
 Método gradual de enseñar a leer el castellano, 1845.
 Viajes por África, Europa y América, 1849; Autobiográfica.
 Argirópolis, 1850.
 Recuerdos de provincia, 1850; Autobiografía.
 Campaña del Ejército Grande, 1852.
 Las ciento y una, 1853; serie de epístolas dirigidas a Juan Bautista Alberdi.
 Comentario a la Constitución de la Confederación Argentina, 1853.
 Memoria sobre educación común, 1856.
 El Chacho, 1865; sobre el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza.
 Las escuelas, bases de la prosperidad, 1866.
 Conflicto y armonías de las razas en América, 1884. En esta obra desarrolla una concepción semejante a la de Facundo, pero encarada desde el punto de vista étnico. Su primer tomo es de 1884 y el segundo, póstumo, que según su autor es «Facundo llegado a la vejez».
 Vida de Dominguito, 1886; sobre su hijo adoptivo, muerto en la Guerra de la Triple Alianza.


Colaboración Florencia Olivera 4to año 2da div. 2011

Escuela en San Francisco del Monte de Oro
Los primeros maestros de Domingo fueron su padre y su tío José Eufrasio Quiroga Sarmiento, quienes comenzaron a enseñarle lectura a los cuatro años. En 1816, ingresó a una de las llamadas "Escuelas de la Patria", fundadas por los gobiernos de la Revolución, donde tuvo como educadores a los hermanos Ignacio y José Rodríguez, maestros profesionales. Finalizados éstos estudios en 1821 su madre sugirió que cursara el seminario en Córdoba, pero Sarmiento se negó, tramitando una beca para ingresar al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires que no le fue concedida. En1823 trabajó como asistente del ingeniero Victor Barreau en la Oficina de Topografía de San Juan. Ese mismo año, su tío José de Oro fue desterrado a San Francisco del Monte (actualmente San Francisco del Monte de Oro, en homenaje al rebelde fraile y maestro) y él lo acompañó.
En 1827 fue reclutado dentro del ejército federal. Según sus relatos, Sarmiento, como alférez de milicia debía realizar tareas que lo incomodaban. Presentó un reclamo y fue citado por el gobernador Manuel Quiroga. Durante la reunión Sarmiento pidió ser tratado con equidad, pero esto fue tomado como un desacato y fue enviado a prisión. Debido a éste, y a otros enfrentamientos personales con integrantes del ejército federal, decidió abrazar la causa unitaria y se incorporó al ejército comandado por José María Paz.

Colaboración Lucía Miranda 4to año 2da div. 2011


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Fueron sus padres José Clemente Sarmiento y Paula Albarracín, que formaron un hogar pobrísimo, en el que nacieron quince hijos de los cuales sobrevivieron seis Domingo Faustino Sarmiento, un niño que llegó a ser en el desarrollo extraordinario de su vida, un hombre de apariencias contradictorias, psicológicamente estructurado con antinomias poderosas.
Fue a la misma vez tierno y terrible, pacífico y combativo, derrochador por una semana y austero el resto de su vida, extremadamente sensible y reidor estrepitoso, gran escritor esencialmente castizo que jamás tuvo idea clara de la sintaxis castellana, libertador y autoritario, tildado de loco por muchos y clamado genial por cultos y excelsos, insultado y bendecido, blanco de burlas acerbas y objeto de admiración extrema, y que en la escala de los desempeños sociales ocupó las posiciones ínfima y máxima, como la de obrero "apir" en una mina chilena y presidente "constitucional" en la República Argentina. Supongo que se preguntarán el porqué de mi elección.
¿Por qué Sarmiento centrandome en su labor periodística? Fue una decisión bastante personal ya que me interesa mucho el periodismo. En realidad, me fascina todo lo que tenga que ver con los medios de comunicación y, por ende la expresión de ideas. Por eso al comenzar a leer sobre este personaje tan particular, pude notar que de alguna manera él también sentía lo mismo que yo, quizás de una forma mucho más profunda, pero siento que compartimos este mismo de deseo de expresarnos aunque nadie nos pueda escuchar, de compartir aunque nadie quiera recibir, de dialogar aunque nadie tenga tiempo para contestarnos. Y lo percibo en su obra, en su manera tan particular de escribir que demuestra que no le importa la estructura formal de sus escritos, sino expresar simplemente lo que siente en su corazón. De allí su literatura orgánica y característicamente humana. Y me apasiona ver todo lo que hizo para satisfacer esta necesidad inminente de expresión. Siendo conciente de que no todos fueron éxitos, también hubo fracasos, pero sirvieron de experiencia para superarse cada momento. Es así que de alguna manera quisiera poder llegar a ser como él fue.
Tesonera, sin rendirme, luchando contra lo que sea por lograr ese, mi objetivo que sé que es correcto y vale la pena. Con este ensayo me gustaría poder compartir aunque sea una milésima parte de este sentimiento con ustedes, para que nos demos cuenta de que no es imposible lograr lo que nos proponemos, que nuestros sueños no son tan lejanos si realmente queremos y estamos dispuestos a sacrificarnos para alcanzarlos.
Quisiera también que encontremos en Domingo Faustino Sarmiento esta figura, no de héroe, sino de ejemplo claro y práctico de que no hace falta tener cualidades extraordinarios ni poderes sobrenaturales para ser quienes queremos ser, felices con lo que tenemos, siempre ambicionando más dentro de las posibilidades.
Voy a encarar el desarrollo de este ensayo basándome en su obra periodística relacionándolo, inevitablemente, con su papel de escritor ya que fue esta actividad la que realizó durante más tiempo y donde se vio más claramente reflejada su alma de periodista. Viendo cómo influyo este espíritu de comunicador en todo lo que hizo, no sólo relacionado al arte de las letras, sino también en todos los aspectos de su vida. Todo acaba en algún momento, todo tiene un final. Todo, menos la palabra, la palabra es inmortal. Bienvenidos al mundo de Domingo Faustino Sarmiento, el periodista... DESARROLLO Sarmiento transformó efectivamente la prensa americana. Sus artículos, que conservaban el aspecto denso y la longitud, ahora extensiva, de los desarrollos doctrinarios, se componen de hechos y de ideas. La vanilocuencia del teorismo y de la injuria ha pasado. Queda sólo el casco repleto, en el tempestuoso desarbolo del buque, arrasado por los huracanes políticos. Aquellos artículos macizos como vigas, son la andamiada de la nacionalidad futura; y en ellos aletea o canta, al pasar la genuina poesía del recuerdo y de la esperanza, como una golondrina fugaz en el mechinal de la pared inconclusa.
De ahí también que no sea "sueltista". Su concepto tiene demasiada trascendencia para resignarse a ese epigrama en prosa. Su literatura neológica y pintoresca, mal pergeñada también a veces, poseía una cosa superior al concepto rígidamente constructor de la academia: la vida, que es irregular pero fecunda. Añadía a esto el prestigio de su gran virtud comunicativa: la jovialidad, que era el reflejo dichoso de una salud moral inquebrantable.
El estilo de Sarmiento introdujo el escándalo bienhechor de la risa, marchitada por el insulso epigrama purista y por la solemnidad retórica. Y tanto se adelantaba a su tiempo aquella campaña por el verbo libre del ideal, que sus frutos son todavía escasos . Sarmiento, como muchos otros jóvenes de su partido y de su clase, había aprovechado la coyuntura; e insinuándose en el ánimo del gobernador, ciertamente accesible al orgullo local de tener en su provincia hombres tan instruidos, aquel grupo inició una serie de trabajos civilizadores.
Constituyeron desde luego, bajo el nombre de Sociedad Literaria una sucursal de la Asociación de Mayo, fundada en Buenos Aires por Echeverría. Era una especie de logia romántica que aunaba los generosos amores de la literatura y de la libertad, confiriendo a la juventud adherente algo así como un bachillerato de civismo. Los jóvenes leían autores nuevos europeos, discutían sus doctrinas, amaban la libertad y argumentaban sobre bases de organización social.
Así fue como el 20 de julio de 1839 aparece el semanario El Zonda, fundado por ocurrencia de Sarmiento a no dudarlo; pues fue el autor de la "constitución" de aquel instituto y lo dirigió en compañía de dos personas de su familia; así como fue el director visible del periódico; en el conflicto, hizo que todo se hechara a perder. El semanario se caracterizaba por sus ataques y grandes críticas contra Juan Manuel de Rosas. Es por eso que sólo duró seis semanas: el gobernador de Buenos Aires levantó con arbitrariedad el precio de publicación del periódico, en la única imprenta existente, o sea la oficial, ocasionando su desaparición.
En su último número el semanario formuló su testamento. Pero con su fundación, nuestro personaje ha iniciado su verdadera vida, pues será periodista por toda su existencia. Lo cierto es que desaparecido El Zonda, la sociedad reveló su verdadero carácter, conspirando de acuerdo con Brizuela, gobernador de La Rioja que se había entendido con los unitarios, contra el mismo Benavídez. Fue aquello la repercusión en San Juan, del movimiento de 1840. Benavídez descubrió la conjuración, arrestó a Sarmiento que se había quedado para cubrir con su presencia ostensible la fuga de sus compañeros, y siempre afable con él, no hizo sino desterrarlo a Chile. Pasó los Andes, runiando su propia médula libertina y romántica, con tal urgencia de producir, que en menos de tres meses había publicado en Chile bajo seudónimo, con ocasión del aniversario de Chacabuco, un sonoro artículo patriótico que le valió el cargo de redactor en El Mercurio de Valparaíso, órgano de aquella publicidad, y dos meses después el de fundador y director de El Nacional, primer periódico de Santiago.
Cincuenta escasos días le bastan para poner en movimiento y dominar la prensa trasandina. Por último El Censor, su postrer empresa, lo colocó entre los iniciadores de la más adelantada época del periodismo argentino. Median cincuenta años de tarea entre la primera y la última de esas hojas. Tarea de fe y de esperanza. En 1961, durante la guerra con las montoneras del Chaco, sus cartas al presidente Mitre contienen siempre esta doble solicitud: armas para asegurar el orden y con él la industria y el comercio, víctimas perpetuas del saqueo gaucho; imprenta, una imprentita", según su diminutivo premioso y confidencial, para la necesaria propaganda del bien público. Y luego, el consabido rasgo jovial: "No me deje usted sin mi trompa de elefante". La libertad indispensable a ese órgano de volar que es el periódico, la quiere ilimitada. "
Un sabio error de nuestra constitución, ha puesto la prensa fuera de la jurisdicción federal. No tiene juez competente, aún para sus delitos". Con esto Sarmiento se refiere a que según la constitución federal, no existe aquí el delito de imprenta. O en términos filosóficos: la libertad del pensamiento jamás puede constituir delito, lo único que se castiga es el delito común, cometido por medio de la prensa. Esto equivale, sencillamente, a inaugurar una nueva civilización, puesto que es lo contrario de la antigua.
La nación debe al liberalismo porteño esta garantía histórica. La libertad ilimitada del pensamiento, es el signo característico de la dignidad humana. Pero la desea también mesurada para que sea provechosa. "Sólo Sarmiento, añade, ha trabajado en vano para imprimirle un poco de mesura". Hasta 1845, actúa en Chile como educador, periodista y literato, sin que sus grandes labores lo induzcan a interrumpir por un instante su campaña contra la tiranía.
Siendo presidente, los ministros le piden que no escriba, porque exacerba las pasiones. Y acata la indicación. "Es preciso ser honrado el que habla, y las demás virtudes le vienen por añadidura, si tiene dilatable el corazón". De aquel estilo fragmentario proviene su característica más saliente como autor de libros. Es el escritor de los trozos más selectos. Imposible encontrar en su inmensa obra una pieza completa. Esta peculiaridad, unida a su vocación de novelista, que no puede satisfacer porque necesita todas las letras para la gran obra de hacer país, determina su predilección biográfica. Las "vidas" constituyen una especialidad de su literatura. "Gusto, dice, de la biografía. Es la tela más adecuada para estampar las buenas ideas". La falta de proporción, constituye el defecto correspondiente. La urgencia es digresiva por necesidad, y ahí está la falla de esas páginas. Hay veces que una digresión, con frecuencia destinada a lapidar un insignificante, ocupa dos terceras partes del trozo. Su positivismo da con frecuencia en excesos materialistas, apenas atenuados por el interés novelesco, siempre poderoso en él. Por esto atribuía gran importancia civilizadora a la lectura de novelas. "Las novelas han educado a la mayoría de las naciones".
El exceso de positivismo torna a veces antipática y estéril su prosa, convertida en charla de cura laico, o en lección de economía doméstica. Sus carillas aprovechadas hasta el fin, sin ningún margen expresan quizá aquella tendencia. Cuando se mantiene en las regiones superiores de la moral práctica, que es la organización positiva de la bondad, su pensamiento está lleno de nobleza. "Toda la historia de los progresos humanos, es la simple imitación del genio". Sin duda, su vida entera ratifica esta verdad. Su originalidad proviene en gran parte de su improvisación de periodista. Es de ocurrencias más que de expresión, excepto cuando describe el medio natal que la lleva de por sí. Inicia los temas sin meditación previa, y por esto mismo es inesperado. "Mis ideas se arrastran al comenzar el escrito, que no adquiere vigor sino a medida que avanza, como aquellos generales a quienes la batalla misma ilumina". La imaginación creadora que levanta palacios con una sola piedra, cuya vinculación trascendental en la estética confiere el dominio de elementos dispares o contradictorios para cualquier otro, constituyen en él, el don inventivo.
Siete años después de haber descrito la pampa en el Facundo, viene recién a verla con sus propios ojos. Y la descripción es fidelísima. Alguna vez ha llegado a escribir dormido. Su primera gran obra fue, sin duda, Facundo. La novela biográfica se publicó en 1845 y narraba la vida de Juan Facundo Quiroga, el aspecto físico y hábitos de la República Argentina, también atacaba el régimen de Rosas. Se trataba al principio de un panfleto, redactado con la habitual premura, a hondo fuego de inspiración tan urgente, que no permitió esperar nilos dats pedidos a este país. Forzado por el calor febril, como una planta excesiva, aquel libro resultó una creación extraña, que participa de la historia de la novela, de la política, del poema y del sermón. Facundo constituye todo el programa de Sarmiento.
Sus ideas literarias, su propaganda política, sus planes de educador, su concepto histórico, están allí. Es aquélla nuestra gran novela política y nuestro gran estudio constitucional: una obra cíclica. El primer escritor argentino verdaderamente digno de este nombre. Mayor vigor literato alcanzó Sarmiento en Mi defensa (1843) y Recuerdos de provincia (1850). Ésta última es el libro más sobrio y maduro, el mejor de Sarmiento literalmente hablando, son de aquella simiente.
Representan con Facundo la tentativa lograda de hacer literatura argentina, que es decir patria; puesto que la patria consiste ante todo en la formación de un espíritu nacional cuya exterioridad sensible es el idioma. Sus numerosas traducciones de libros útiles, desde el texto escolar a la biografía predilecta, robustecen su concepto de la literatura: órganos de civilización más que de recreo. Aquellos actos de humildad, en escritor tan personal y fecundo, son pruebas de alta abnegación patriótica. De ahí provino su idea de la convención latinoamericana para la traducción de obras, que lo llevó en 1884, enviado por Julio Argentino Roca como plenipotenciario intelectual.
De cualquier modo, a partir de 1880, tras la elección presidencial de Roca, Sarmiento se fue alejando de la política para incrementar su labor literaria. Así, en 1883 publicó Conflictos y armonías de las razas en América y, en 1885, editó su última obra: La vida de Dominguito, biografía de su hijastro (Domingo Fidel Sarmiento) que murió en el transcurso de la guerra contra Paraguay iniciada en 1865. Se trata de una necrología llena de nobles páginas, de poética intimidad doméstica, es también un tratado de pedagogía. Y precisamente cuando mezcla estos dos elementos, tan discordes al parecer, es cuando el libro resulta más hermoso y original.
En los últimos años de su vida se dedicó a colaborar con diversos periódicos y a escribir sus obras. Se fue a vivir a Paraguay, cuyo clima beneficiaba su salud. Allí, en la capital, Asunción, lo sorprendió la muerte, el 11 de septiembre de 1888.

jueves, 25 de agosto de 2011

Palabras sueltas



Copate con esta versión del himno al maestro....



Qué maestros!!! Pablito Lescano y Kevin Johansen!!

Mandó construir 1.117 escuelas!!

Fuerte discurso del sanjuanino...


Sarmiento y la masonería
El 11 de septiembre de 1888 moría en Paraguay Domingo Faustino Sarmiento, uno de los principales impulsores del sistema educativo del país. Además de maestro, Sarmiento fue periodista, militar, diplomático, escritor, gobernador, presidente y masón. Se inició en la masonería en 1854 en la Logia Unión Fraternal de Chile. Dos años más tarde, fundaría en Buenos Aires la Logia Unión del Plata Nº 1. Durante el gobierno de Bartolomé Mitre, viajó a los Estados Unidos en misión diplomática, como representante de la Gran Logia y el Supremo Consejo Grado 33 de la Argentina.
Para recordar esta faceta de la vida de Sarmiento hemos seleccionado un discurso pronunciado por el sanjuanino el 29 de septiembre de 1868, dos semanas antes de asumir la presidencia, en el banquete ofrecido por los masones al presidente electo. Tras ponderar las virtudes de la Orden, Sarmiento anuncia su separación provisoria de las práticas de la institución mientras desempeñe la primera magistratura del país. Al descender de la presidencia, Sarmiento retornaría a sus prácticas masónicas y entre 1882 y 1883 llegaría a ser Gran Maestre del nuevo Directorio de la Orden.
Discurso en el banquete ofrecido por los masones de Buenos Aires al presidente electo, Domingo Faustino Sarmiento, septiembre 29 de 1868.
Fuente: Discursos populares de D. F. Sarmiento (1839-1883), Buenos Aires, Imprenta Europea, 1883.
Al manifestar mi profunda gratitud por el sentimiento que nos reúne aquí hoy día, para darme pública muestra de simpatías, me creo en el deber de expresar francamente mi respeto, mi adhesión a los vínculos que nos reúnen a todos en nuestra sociedad de hermanos.
Llamado por el voto de los pueblos a desempeñar la primera magistratura de una República, que es por mayoría de culto católico, necesito tranquilizar a los timoratos que ven en nuestra institución una amenaza a las creencias religiosas.
Si la masonería ha sido instituida para destruir el culto católico, desde ahora declaro que yo no soy masón.
Declaro, además, que habiendo sido elevado a los más altos grados conjuntamente con mis hermanos los generales Mitre y Urquiza, por el voto unánime del Consejo de Venerables Hermanos, si tales designios se ocultan, aun a los más altos grados de la masonería, esta es la ocasión de manifestar que, o hemos sido engañados miserablemente, o no existen tales designios, ni tales propósitos. Y yo afirmo solemnemente, que no existen, porque no han podido existir, porque los desmiente la composición misma de esta grande y universal confraternidad.
Hay millones de masones protestantes y si el designio de la institución fuera atacar las creencias religiosas, esos millones de protestantes estarían conspirando contra el protestantismo y a favor por tanto, del catolicismo, de cuya comunidad están separados.
No debo disimular que S.S. el Sumo Pontífice se ha pronunciado en contra de estas sociedades. Con el debido respeto a las opiniones del Jefe de la Iglesia, debo hacer ciertas salvedades que tranquilizarán los espíritus.
Hay muchos puntos que no son de dogma, en que sin dejar de ser apostólicos romanos, los pueblos y los gobiernos cristianos pueden diferir de opiniones con la Santa Sede. Citaré algunos.
En el famoso Syllabus, S.S. declaró que no reconocía como doctrina sana ni principio legítimo, la soberanía popular.
Bien. Si hemos de aceptar esta doctrina papal, nosotros pertenecemos de derecho a la Corona de España.
Pero tranquilizaos. Podemos ser cristianos y muy católicos, teniendo por base de nuestro gobierno la soberanía popular.
El Syllabus se declara abiertamente contra la libertad de conciencia y la libertad del pensamiento humano.
Pero el que redactó el Syllabus se guardaría muy bien de excomulgar de la comunidad católica a las naciones cuyas instituciones están fundadas sobre la libertad del pensamiento humano, por miedo de quedarse solo en el mundo con el Syllabus en la mano.
Por lo que a nosotros respecta, tenemos por fortuna el Patronato de las iglesias de América que hace al Jefe de Estado tutor, curador y defensor de los cristianos que están bajo el imperio de nuestras leyes, contra toda imposición que no esté de acuerdo con nuestras instituciones fundamentales.
El presidente de la República debe ser, por la Constitución, católico, apostólico, romano, como el rey de Inglaterra debe ser protestante, católico, anglicano. Este requisito impone a ambos gobiernos sostener el culto respectivo y proceder lealmente para favorecerlo en todos sus legítimos objetos.
Este será mi deber, y lo llenaré cumplidamente.

El "loco" Sarmiento de película!!

Su mejor alumno es una película argentina de 1944, dirigida por Lucas Demare, protagonizada por Enrique Muiño y Ángel Magaña. Estrenada en Buenos Aires el 22 de mayo de 1944. Obtuvo cinco premios, entre ellos el premio como mejor película del año.


La película relata la historia real del hijo natural de un ex presidente de Argentina y padre de la educación pública del país, Domingo Faustino Sarmiento (Enrique Muiño), de nombre Domingo (Ángel Magaña), según los relatos autobiográficos del primero. Dominguito se presentó a pelear como voluntario en la Guerra de la Triple Alianza en la que murió.

Datos del maestro

lunes, 15 de agosto de 2011

HIMNO A SARMIENTO


Fue la lucha tu vida y tu elemento,

la fatiga, tu descanso y calma
la niñez, tu ilusión y tu contento,
la que al darle el saber le diste el alma.

Con la luz de tu ingenio iluminaste
la razon, de la noche de ignorancia.
Por ver grande a la patria tu luchaste
con la espada, con la pluma y la palabra.

Y en su pecho la niñez de amor un templo
te a levantado y en el sigues viviendo,
y al latir tu corazón va repitiendo:
¡Honor y gratud al gran Sarmiento!
¡Honor y grtitudo y gratitud

¡Gloria y loor! ¡ Honra sin par
para andar entre los grandes,
padre del aula Sarmiento inmortal!
¡Gloria y loor! ¡Honra sin par!